sábado, marzo 20, 2010

¿Creéis que las mujeres y los hombres escriben de forma distinta? II: el tema del maltrato

Entre los textos que elegimos para nuestro debate del Día de la Mujer, algunos rozaban o entraban de lleno en el tema del maltrato. Todos ellos fueron clasificados, sin duda alguna, como femeninos, y dos de ellos, ciertamente, lo eran. Así el poema de Clara Janés, Ojos:

Me has acorralado
y con odio agarrado mis solapas,
me has empujado hacia un rincón
y me has golpeado
hasta dejar tinto de sangre
el aire mismo,
y así y todo,
he aquí que todavía me levanto
y mirándote te digo:
ahora mismo,
en este momento lo decido,
haré donación de mis ojos
aunque tenga que llevarlos
mi asesino.


y un fragmento de la novela de Betty Smith, Un árbol crece en Brooklyn:

Mary Rommely, su esposa y abuela de Francie, era una santa. No tenía educación alguna; no sabía leer ni escribir siquiera su propio nombre, pero guardaba en la memoria miles de cuentos y leyendas. Algunos los había inventado para entretener a sus hijos; otros eran cuentos folklóricos que le habían trasmitido su madre y su abuela. Conocía la mayor parte de las canciones tradicionales de su tierra, y poseía una rara habilidad para interpretar proverbios. […]
Tenía los ojos castaños, límpidos e inocentes. Una raya partía en dos sus cabellos que, recogidos atrás, le cubrían las orejas. Su piel era pálida y transparente y en su boca somaba una expresión de ternura. Hablaba en tono bajo y suave, con una voz melancólica y vibrante que seducía a quien la escuchaba. Todas sus hijas y sus nietas habían heredado su timbre de voz. Estaba convencida de que le había tocado casarse con el diablo en persona por culpa de algún pecado que había cometido sin querer. Creía sinceramente que su marido era el diablo porque así se lo había asegurado.
-Soy el diablo en persona- le decía.
A menudo le observaba, y al ver la forma en que el pelo se encrespaba a ambos lados de su cabeza, la forma en que los rabillos de sus ojos fríos y acerados se inclinaban hacia arriba, se repetía:
-Sí, es el diablo.
A veces él clavaba fijamente la mirada en el rostro de la santa mujer y empezaba a acusar a Jesús de delitos innombrables. Esto la aterrorizaba hasta tal punto que ella cogía el chal, se lo echaba sobre la cabeza y comenzaba a correr calle adelante y caminaba y caminaba, hasta que el amor por sus hijas la llevaba de vuelta a su casa. Un día se presentó en la escuela del Estado donde iban sus tres hijas menores y, en su inglés vacilante, rogó a la maestra que las obligara a hablar únicamente en inglés y que no les permitiera pronunciar una sola palabra en alemán. Así las protegió de su padre. Se afligió mucho cuando sus hijas terminaron la escuela primaria y salieron del colegio para ir a trabajar. Se apenó cuando se casaron con hombres que no valían nada. Lloraba cuando daban a luz niñas, porque entendía que nacer mujer significaba una vida de sacrificios y privaciones....

Más curioso es el hecho de que, entre los textos, hay dos que pertenenecen al mismo relato, Se llega a casa y se está muy bien, de Lars Ahlin. El cuento narra un día en la vida de una pareja de clase trabajadora. Ella espera en casa a su marido, que llegará del trabajo, y este se entretiene bebiendo con sus amigos en la taberna. Cuando vuelve, ella, cansada de esperar y decepcionada, no lo recibe bien, al menos como él desearía, y él, decepcionado, porque realmente no obra de mala fe, está a punto de volver a salir y emborracharse del todo. Los dos se sienten culpables, ella por no tener el aguante y la paciencia que muchas de sus amigas tienen en estas circunstancias y aun peores; él, por no saber hacerla feliz como cree que ella merece. No hay maltrato alguno, solo desencuentro. De hecho, a pesar del tono desesperanzado de los dos fragmentos, la historia termina en apasionada reconciliación. Pero, tomados por separado los pensamientos de él y de ella, han parecido, no ya solo pertenecientes a obras distintas, sino también a autores distintos y de diferente sexo.
Ella:
Era rubia y robusta. Estaba muy bien arreglada, con su traje azul y su delantal blanco. Tenía brazos fuertes, barbilla ancha y boca terca. Sus amigas decían a menudo que debía tomar con sensatez a Sören. Ella lo entendía, pero nunca era capaz de aplicar los métodos sensatos. No podía ponerse amable con él. No podía hacer como si estuviera contenta. No podía olvidar que él estaba borracho y se había portado mal. […]
"¡Ay!-pensó-, si yo estuviera hecha de otro modo!... Debería ser como Anna. Ella se ríe y está alegre, como quiera que llegue su marido. Le sigue el humor y le quita la ropa de encima y le mete en la cama. A veces él le pega, pero ella no deja de sonreírle. Se podría creer que no siente nada, pero lo hace así. Soporta: la conozco. ¡Ay, yo debería ser como ella!"
Entró en la cocina. Él se volvió a poner el sombrero, echándoselo atrás con insolencia. El pelo rubio le cayó por la frente. Ella le quiso terriblemente. Le habría querido estrechar contra ella. Le habría querido contar que se odiaba a sí misma solo porque no era frívola y tal como él quería que fuese. […]
Él:
-Se llega a casa y se está muy bien -repitió él, pero ahora no se sintió tan alegre como antes. Miró alrededor, con la cara casi vacía. Las palabras ya no eran un trapecio sobre su cabeza. Eran un muro entre él y ella. ¡Si por lo menos ella hubiera sabido apreciar que él había vuelto a casa! Si hubiera agradecido su cartucho de frutas... Si ella hubiera entendido que no solo había estado expuesto a tentaciones, sino que había superado muchas, y las más difíciles, entonces no estaría ahí parado, con abrigo y sombrero: entonces la tendría entre sus brazos. -Se llega a casa y se está bien -dijo. Pero ahora no sacaba nada de esas palabras. Estaba desesperado.
"¡Dios mío! -pensó- qué tonto y qué fracasado es nuestro matrimonio! Yo debería ser de otro modo. Tyra debería haber tenido otro hombre. Todos dicen que es la mujer más estupenda de por aquí. ¡Qué bien sabe llevar la casa! ¡Maldita sea! ¿Por qué no soy tan estupendo como ella? ¿Por qué no puedo conseguir un poco de su firmeza?"
[…]

Hay un poema de Sylvia Plath, El detective, que ciertamente habla de maltrato. Creo que es un texto que describe de manera muy sutil, pero exacta y demoledora, el maltrato psicológico, la cosificación de la mujer:

¿Qué estaba haciendo ella cuando todo sucedió de golpe
sobre las siete colinas, el surco rojo, la montaña azul?
¿Estaba ordenando las copas? Es un detalle importante.
¿O estaba en la ventana, escuchando? En este valle
los chillidos del tren resuenan como almas colgadas de ganchos.

Pues este es el valle de la muerte, aunque las vacas medren en él.
En el jardín de esa mujer, las mentiras estaban desplegando sus sedas húmedas
y los ojos del asesino moviéndose como babosas, de soslayo,
incapaces de encararse con los dedos, esos malditos egotistas.
Los dedos estaban estampando una mujer en una pared,
un cuerpo en una pipa, y el humo elevándose.
Estos son los engaños, clavados como fotos familiares.
Y esto es un hombre, mira su sonrisa.
¿El arma homicida? No, nadie ha muerto.

En la casa, no hay ningún cuerpo del delito.
Hay un olor a brillo, hay alfombras de felpa.
Hay la luz del sol, empuñando sus aceros,
matón aburrido en un cuarto rojo
donde la radio habla sola como un pariente anciano.

¿Llegó como una flecha, llegó como un cuchillo?
¿Qué clase de veneno es?
¿Qué retorcedor de nervios? ¿Qué convulsionador? ¿Daba calambres?

Este es un caso sin cuerpo del delito.
El cuerpo no cuenta para nada aquí.

Este es un caso de vaporización.
Primero la boca, que sabemos que desapareció
en el segundo año. Hasta entonces, había sido insaciable, y,
en castigo por ello, la colgaron como un fruto pasado
para que se arrugase y se secase.

Luego los pechos,
que eran más duros, dos piedras blancas.
La leche se volvió amarilla, después azul y dulce como el agua.
Los labios no desaparecieron, tampoco los dos niños,
aunque estaban en los huesos, y la luna sonreía.

Luego la leña seca, las verjas,
los surcos marrones y maternales, toda la finca.
Sí, Watson, caminamos por un terreno resbaladizo,
aquí no hay más que la luna, embalsamada en fósforo.
No hay más que un cuervo en un árbol. Tome nota.
Traducción de Xoán Abeleira.

Se describe un paisaje invadido de soledad (En este valle los chillidos del tren resuenan como almas colgadas de ganchos), donde una mujer pretende vivir una apariencia de normalidad (¿Estaba ordenando las copas?).
Pues este es el valle de la muerte, aunque las vacas medren en él. Me pregunto: ¿Quiénes son las vacas? Es un detalle inquietante: ¿Mujeres que sí pueden sobrevivir, adaptadas al medio?
los ojos del asesino moviéndose como babosas, de soslayo,
incapaces de encararse con los dedos, esos malditos egotistas.
Los dedos estaban estampando una mujer en una pared,
Pensamos en un asesinato real, pero no lo es: los engaños están clavados como fotos familiares. Ella se engaña a sí misma, piensa que todo cuanto ocurre es normal. Todo es perfecto, todo limpio. Soledad: la radio sonando todo el tiempo para simular compañía.
El cuerpo no cuenta para nada aquí.
Primero desapareció la boca, ella calló, no podía expresarse con libertad ni con alegría. Después los pechos, que ya no pudieron mostrarse ni insinuarse. Ahogada femineidad. Solo permanece la utilidad, lo meramente mecánico. Quizás por eso medran las vacas en el valle.
No hay cuerpo, no hay caso.

Es un magnífico poema, pleno de símbolos. Obra de una mujer, por cierto, que pocos meses después se suicidaría. No murió por maltrato, sino de abandono. Pero su exquisita sensibilidad le hizo captar y expresar muchos matices de la experiencia femenina.

viernes, marzo 19, 2010

8 de marzo 1910-2010, 100 años del acceso de la mujer a la Universidad

El día 8 de marzo de 2010 se cumplen también 100 años de la Real Orden AUTORIZANDO POR IGUAL LA MATRICULA (UNIVERSITARIA) DE ALUMNOS Y ALUMNAS.

La Gaceta de Madrid de día 9 de marzo de 1910, es decir, hace un siglo, publicó en la sección del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes la Real Orden de 8 de marzo de 1910, que establecía lo siguiente:


«Ilmo. Sr: la Real orden de 11 de junio de 1888 dispone que las mujeres sean admitidas á los estudios dependientes de este Ministerio como alumnas de enseñanza privada, y que cuando alguna solicite matrícula oficial se consulte á la Superioridad para que ésta resuelva según el caso y las circunstancias de la interesada.
Considerando que estas consultas, si no implican limitación de derecho, por lo menos producen dificultades y retrasos de tramitación, cuando el sentido general de la legislación de Instrucción pública es no hacer distinción por razón de sexos, autorizando por igual la matrícula de alumnos y alumnas.
S.M. el Rey (q.D.g.) se ha servido disponer que se considere derogada la citada Real Orden de 1888, y que por los jefes de los Establecimientos docentes se concedan, sin necesidad de consultar á la Superioridad, las inscripciones de matrícula en enseñanza oficial ó no oficial solicitadas por las mujeres, siempre que se ajusten á las condiciones y reglas establecidas para cada clase y grupo de estudios.
De Real orden lo digo á V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde á V.I. muchos años. Madrid, 8 de marzo de 1910.
ROMANONES.
Señor Subsecretario de este Ministerio.»
En cien años la mujer ha ido incorporándose a los estudios universitarios y hoy su presencia es mayoritaria en todos los niveles de formación universitaria: el 54,4% entre los estudiantes de primer y segundo ciclo, el 53,7% entre los estudiantes de grado, el 53,3% entre los estudiantes de másteres oficiales y el 52% entre los de doctorado.

La proporción de mujeres se incrementa entre los titulados universitarios: el 61% de los diplomados y licenciados del curso 2007-08 fueron mujeres, el 55,3% de los que se graduaron en un máster y el 51,9% de los que finalizaron doctorado (bien los créditos formativos bien la lectura de la tesis). Datos del Ministerio de Educación recogidos por Europa Press

En la distribución por ramas las mujeres tienen presencia mayoritaria en las ramas más centradas en las enseñanzas humanísticas y de salud y menor en las enseñanzas técnicas.

El martes 9 de marzo, el ministro de Educación, Ángel Gabilondo, participó en una mesa redonda ‘Mujeres y Ciencia. 100 años en la Universidad’, organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Puedes leer su discurso aquí.


martes, marzo 16, 2010

¿Creéis que las mujeres y los hombres escriben de forma distinta? I: el discurso masculino y el discurso femenino

Cuando formulé esta pregunta a los grupos de estudiantes que tenían que opinar sobre los textos objeto de este estudio, casi todos y todas respondieron que no. Solo unos pocos, en su mayoría chicos, disintieron. Estos chicos, insisto en que una pequeña minoría, argumentaron su idea describiendo la literatura femenina como "más delicada y suave", su léxico más "delicado" y, en la elección de los temas, más intimista y romántica.
La mayoría consideraba a priori que la diferencia estaba en la persona que escribe, y que depende sobre todo del temperamento y la experiencia vital del narrador o el poeta. O bien de su entorno, intereses o bagaje cultural.

Sin embargo, a la hora de comentar los textos, hemos tenido que constatar todos y todas que no lo tenemos tan claro como parecía.
En primer lugar, se incide en la diferencia entre un discurso masculino y otro femenino.:
Al comentar este poema (Segunda Naturaleza, de Odysseas Elytis):

hubo unanimidad con respecto a que la autora del texto era una mujer: por el tema de la maternidad; porque es un texto muy dulce y un hombre no escribiría con esa ingenuidad; ya que el tema central del texto es la maternidad y el desarrollo de la vida de los hijos... las mujeres expresan esto mejor que os hombres; las mariposas representan a las mujeres; otra vez la ingenuidad...
Obviando el hecho de la lectura errónea del poema como referido a la maternidad, es evidente que las opiniones están dictadas por la frescura y sencillez de los versos, casi infantiles. pero son obra de un hombre, y no de una mujer.
Cierto que hay temas que hasta ahora son privativos de la mujer en cuanto que están ligados a la maternidad o domesticidad. Hay un fascinante texto de Sylvia Plath que no reproduzco por su excesiva longitud, Tres mujeres:
Es un poema donde tres mujeres, en un hospital, van desgranando sus miedos, alegrías o angustia ante situaciones muy diferentes: La Primera Voz representa la de una madre feliz al dar a luz aun hijo deseado. La Segunda Voz es la de una mujer que aborta, y que siente el aborto como un fracaso. Esta Voz habla de la sensación de pérdida, de la sangre, de lo inútil y vacía que se siente. La Tercera Voz es la de una chica demasiado joven que da a luz un bebé no deseado para el que no está preparada, para ella una experiencia traumática. Aquí podéis encontrar una versión española del poema.
En otro, titulado Corte, cuenta de manera personalísima un pequeño accidente con el cuchillo mientras cortaba una cebolla:

Qué susto:
El pulgar en vez de la cebolla.
La yema, casi cortada del todo,
pendiendo tan solo de una suerte de bisagra
de piel,
un colgajo en forma de sombrero
mortecino.
Debajo, esa felpa roja... (comienzo del poema)

De hecho, hay un interesante trabajo sobre la domesticidad en esta escritora, `Viciousness in the Kitchen': Sylvia Plath's Domestic Poetry, que analiza en profundidad el tema.
La elección de estos contenidos viene dada, lógicamente, por la mayor proximidad de las mujeres a ellos, pero no tiene que ser diferente también el estilo literario.

En otro poema, Arde el mar, de Pere Gimferrer, según los comentarios, priva el discurso masculino. En palabras de un alumno, "habla de la guerra y las mujeres no saben nada de las guerras". Es posible. Aunque visitando, por ejemplo, esta página, vemos que también hay un número significativo de escritoras que componen poesía sobre la guerra.
Veamos el poema de Gimferrer:

Sin considerar el tema, no exactamente bélico, los versos abundan en plasticidad y son tremendamente evocativos, trasmiten sensaciones auditivas y visuales y conectan de lleno con nuestra memoria onírica. Un estilo similar al de este poema:

El corazón de Charo flota sobre las aguas del Delta como una flor endamascada.
Fue asesinada al amanecer. En los raíles del tren
se han encontrado fragmentos del dietario de su amor. Relatos
de luna llena, caligrafía imposible, Cristo crucificado, ¿qué pasó?
Adamo guarda silencio en el Olimpia y las monjas de Sagrado
Corazón cubren el cuerpo mutilado con flores de azahar.
Qué historia más extraña la de algunas colegialas.

Que, sin embargo, ha sido escrito por Ana María Moix. O este fragmento de García Lorca, que también incluimos en los textos a comentar:

Otro lugar común en cuanto a clasificar un texto como femenino es el tema del amor.

¡La gente husmea
y les huele a quemado!
Trajeron a ciertos tipos.

¡relucientes!

¡con cascos!

¡¿Pero dónde van con esas botas?
!
Háganles saber
a los bomberos

que a un corazón ardiente se sube con caricias.


Estos versos, procedentes del extensísimo trabajo de Vladimir Maiakovski La nube en pantalones, han sido considerados como femeninos por la expresión "corazón ardiente". Analicemos el tono del poema: su vigor casi musculoso toca suelo en el último verso para ascender con una suavidad que es el contrapunto perfecto y el elemento sorpresivo. Solo la palabra "ardiente" nos devuelve al punto de partida, la cornisa del edificio (porque la plasticidad es tal que se visualiza la escena sin mencionar ningún elemento concreto), que es el propio corazón.
En tan breve texto se aúna lo que se ha considerado tradicionalmente masculino (la expresión vigorosa) con lo tradicionalmente femenino (la ternura).

Esto en cuanto al discurso masculino o femenino. ¿Existen realmente? Recordemos unos versos de la primera poeta lírica de la que tenemos noticia, y que aún no ha perdido su expresividad y su vigencia, Safo de Lesbos:

Una hueste de jinetes, o de infantes o de naves
dicen unos y otros que es lo más bello
que existe sobre la tierra. Yo digo
que es aquello que se ama.

¿Eran otros tiempos?

martes, marzo 02, 2010

Actividades para el Día de la Mujer: ¿Existe un arte femenino y un arte masculino?

Este es el tema central que desarrollaremos este año en el Día de la Mujer. Durante mucho tiempo hemos oído o leído que hombres y mujeres tienen maneras diferentes de crear: es tópico atribuir a ellas una mayor sensibilidad, un acercamiento más palpable a los objetos cotidianos, una atmósfera que se respira más íntima y doméstica. A ellos los temas más mundanos, sociales, intelectuales, un mayor vigor en la expresión.
Puede haber verdades dentro del tópico: las mujeres han estado siglos apartadas de las escuelas de arte, de los caminos del conocimiento. Pero no verdades absolutas ni generalizables, ni desde luego intemporales. Seguramente no hay una respuesta única, y lo más interesante sea el debate. Por esto nos hemos propuesto suscitarlo:
  • Hemos seleccionado veinte textos y veinte obras plásticas, de hombres y mujeres artistas , sin que se sepa a quién corresponde cada obra, para exponer y presentar a nuestros alumnos y alumnas.
  • Cada alumno o alumna debe comentar una de las obras y uno de los textos, distribuidos al azar, para decidir si piensa que ha sido realizada por una mujer o por un hombre, y dar las razones de su elección. Los comentarios son anónimos, y se publicarán en los tablones de anuncios junto con las obras elegidas.
  • El debate final se realizará en una mesa redonda el día 12 en el salón de actos. En la mesa estarían Antonia Álvarez y Rosa Mª Baena para Artes Plásticas junto a Meli San Martín para Literatura y posiblemente otras personas, cuya asistencia está aún por confirmar.
Publicaremos los resultados estadísticos y las conclusiones del debate, pero adelantamos, en dos presentaciones, las imágenes y textos elegidos:
Artes plásticas: El desnudo femenino



Textos literarios: Poesía y Retrato