domingo, octubre 14, 2007

Doris Lessing Premio Nobel de Literatura 2007

UNA por UNA

Cuando hace unos años atravesé una de las etapas más difíciles de mi vida, cuando me veía rodeada por un muro que no tenía fin en su altura, cuando el fragmento de cielo que se vislumbraba en lo alto era gris, cuando buscaba un asidero al que agarrarme para no deslizarme por un tobogán hacia la noche, un libro me llamó desde la mesa de una librería. Se trataba de “Un paseo por la sombra”, de Doris Lessing.

Fue el principio: ella me llevó poco a poco por mis cavernas, mis cuartos oscuros, mis miedos, al tiempo que yo la acompañaba desmenuzando cada una de sus ideas preconcebidas, de sus contradicciones, y descubría los años de su infancia y juventud.

Quiero trae aquí un episodio de este libro, “Un paseo por la sombra” que sintetiza muy bien todo lo que yo experimenté:

“Escribiendo expulso de mi interior cualquier desastre en potencia.

Hay un patrón dentro de mi cerebro, tiene que haberlo, según el cual el orden irrumpe en el desorden y en las situaciones extremas. Soy fruto de la Primera Guerra Mundial y de la destrucción que ésta causó en mis padres. Este patrón debe de estar también presente en el cerebro de otras personas, tiene que estar, porque no nos bastamos a nosotros mismos.

Mucho después de la época acerca de la cual escribo ahora, los años cincuenta, tuve la experiencia siguiente: A veces resulta útil visualizar un cuento, una historia o un incidente, algo que nos hable. En esta historia concreta un viejo leñador tiene que partir de su casa al amanecer para alejarse en pos de una Voz que lo llama. Yo había visualizado la montaña, las vertientes arboladas y, al pie de ellas, la pequeña cabaña del leñador. Me imaginaba la luz de la luna sobre los árboles y la tierra, desvaneciéndose por la proximidad del día. El anciano caminaba por el terreno quebrado en dirección a los árboles, pero de pronto… no pudo seguir porque un abismo interrumpía el sendero. Tendí un puente en el abismo y el viejo empezó a atravesarlo, pero antes de que alcanzara el otro extremo, la tierra comenzó a ceder, de modo que tuve que alargar el puente; llegó con dificultades a tierra firme y se encontró en la pendiente de una ladera que conocía como la palma de su mano, pues había vivido allí toda su vida, pero mientras andaba el suelo se desmoronó bajo sus pies. Para llevar a aquel hombre desde la puerta de su casa hasta un par de millas de distancia, donde finalmente pudo sentarse exhausto a esperar la Voz, fue necesario construir y reconstruir pacientemente toda la ruta, tender puentes, cavar pasos, y a cada momento la tierra daba paso a derrumbes y corrimientos.

Éste debe ser el patrón que rige mi mente, si no ¿qué otra cosa podría ser? A veces una cosa pequeña, o que puede parecer pequeña, como la imposibilidad de llevar a cabo una tarea tan simple como imaginar que un viejo recorra una ruta imaginaria por la falda de una montaña, puede decirnos tanto acerca de nuestra manera de ver la vida que se pone en tela de juicio todo nuestro pasado.

Si se tratase de una sola persona, yo, individuo insignificante determinado para el llanto, ¿a quién el importaría?”

Edit. Ediciones Destino

A mí me importó, a mí me ayudó, así aprendí a levantar puentes y cavar túneles para llegar hasta hoy y tengo que seguir alerta a cualquier nuevo deslizamiento de tierra bajo mis pies.

Y hoy me entero de que le ha sido concedido el Premio Nobel de Literatura y todos los periódicos hablas de ella, de su obra, de su trayectoria política… Y me alegro porque es la ocasión de que su obra entera vuelva a editarse. Así las nuevas generaciones (y también las viejas) tendrán oportunidad de leerla y conocerla.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegro infinito de este premio porque es justo. Doris Lessing, dejando aparte ideas y trayectoria personal, es una gran escritora. Yo recomiendo "Un matrimonio de conveniencia", novela con la que hace muchos años supe de la existencia de esta extraordinaria mujer.